jueves, 2 de febrero de 2017
Oración a la escuela particular subvencionada
Cuando aprendí a leer, me perdí en la palabra escrita sobre el chiquilles de la señorita Julia y su voz cascada chirriante. Y después córtese el pelo, aféitese, métase la camisa adentro, ¿o se cree niñita? Pórtese como hombre y restriéguese con sus compañeros bien hombres en la pichanga, en las duchas, entre el carnaval de penes atentos, pene con pene de euforia. Póngame atención, trabaje en silencio, no se meta en lo que no le corresponde e hínquese, hínquese dos veces en la misa o lo voy a llevar donde el padre Juan Emilio. Él siempre espera al fondo, en la sala oscurecida con cortinas de terciopelo negro. Acto de contricción: “Dígame en quién ha pensado y haciendo qué, dígame dónde se ha tocado y cómo, muéstreme”. Entonces arrodillarse sobre la gravilla filuda y bailar carne-piedra arriba, perforadedos, astillauñas, misoginia piernal falange asoma por debajo. Amén.
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